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Bienvenido.

Podrías oír un alfiler cayendo al suelo por el pueblo. Imagínate el silencio. Un pueblo entero. Colinas a lado y lado. El río que corre allí abajo. Por encima de todo un cielo altísimo y azulísimo.


Tengo que decir que el sol brilla, pese a que las previsiones daban cielo encapotado. Silencio. Un silencio balsámico.


En Semana Santa el pueblo estará repleto de vida- niños jugarán donde la Iglesia y los hombres ocuparán el bar. Las mujeres en sus casas limpiarán, fregarán y frotarán y tendrán la comida lista, sea temprano como tarde.


Dentro de Casa Luna ella está enjalbegando las paredes de la sala, desde lo alto (6 mts) hacia abajo. En unos pocos días se verá lo divino de la casa y os recibiré como en el atrio del templo. Bienvenidos los que os acercáis.

La cocina está de nuevo toda revuelta. Tumbada en mi cama una noche se me ocurrió hacer una alacena de barro, allí sobre el leñero que construí con los últimos adobes.


Tengo que añadir que estamos medrando. Los corzos en sus colinas, la brocha de enjalbegar y yo misma.

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